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Javier Fuentes
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Últimamente llevo días visitando lugares ajenos a mí, lugares extraños llenos de objetos con alma, unos objetos que no pertenecen a mi historia de vida, que no los he elegido para que permanezcan conmigo.
Por circunstancias de la vida, he tenido que vaciar hogares deshabitados con todas sus pertenencias. Objetos que no conozco su historia, ni el por qué los eligieron, ni tampoco conozco a sus propietarios, una actividad que me ha resultado muy difícil y desagradable, ya que tener que decidir deshacerme de ellos sin saber la historia que les llevo a permanecer allí me resulta ingrata.
Sus dueños se fueron de este mundo y sus herederos los abandonaron en el lugar donde habían compartido sus vidas. Una difícil y complicada tarea que me ha llevado a sentir tristeza por parte de cada objeto; ser abandonados, sentirse huérfanos de sus propietarios.
Por otro lado supone afrontar una responsabilidad que no me corresponde, ya que sabiendo que cada objeto tiene su propia alma no debo de ser yo el que decida sobre el destino de dicho objeto-alma.
Los herederos tenemos más responsabilidad de la que aparenta, pues somos los destinatarios de toda la saga de pertenencias que nos han legado, un ajuar que formo parte de la vida de las personas y de su diario vivir, con los que se relaciono y acompaño hasta el final de sus días aquí en la tierra, ya que sobre ellos, dejaron impresa su energía y vibración, una parte de su actividad.
Desde aquí pido disculpas por las decisiones que he tenido que tomar para deshacerme de unos objetos llenos de alma que no me corresponden y que no elegí. Lo siento si alguna entidad se ha sentido ofendida, no era mi intención ya que mi percepción comprende la naturaleza más allá de la forma física, sabiendo que hay una energía almica que cada objeto tiene en su interior.
Espero y deseo que sus nuevos propietarios les den una digna utilidad y su vida continúe de nuevo.
Javier Fuentes.