BY: admin
Javier Fuentes
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Te invito a un viaje en el tiempo; sal por un momento de tu presente, de tu vida; sitúate en un tiempo atrás, muy atrás….
Tú, aun no has llegado a este mundo, pero hay una chica joven y guapa que vive una vida sencilla con su familia. Por otro lado, hay un chico joven y apuesto. Por un capricho del destino un buen día se conocen, se gustan, se enamoran, y empiezan a tener una relación amorosa, se hacen novios.
Pasa un tiempo y esa nueva pareja decide unirse en matrimonio. Comienzan una nueva vida juntos, sorteando todo tipo de vicisitudes que van encontrando, no les es fácil dada la nueva situación, una vida llena de sacrificios y penurias por salir adelante. Su relación sigue, y un buen día, ella recibe la noticia de que está embarazada.
Un nuevo miembro de la familia está llegando a sus vidas con todo lo que eso implica, ahí estas tú, situándote en un mundo nuevo, después de nueve meses dentro de tu madre. Ellos te esperan ansiosos para recibirte con ilusión, esperanza y amor. Tu madre, por fin da a luz, llegas a sus vidas, a sus brazos, envuelto en besos y cariños, a sus cuidados, a su amor incondicional, ¿Qué no daría una madre por una hija o un hijo? Lo daría todo, y así lo fue haciendo en el transcurso de los años. Daba igual las circunstancias, las penurias, las preocupaciones del momento, padre y madre se fueron apañando para sacarte adelante, lo mejor que podían y sabían. Su preocupación era su hijo, daba igual la edad que tendrías, ellos seguían estando ahí para lo que fuese necesario, su amor era incuestionable. Dicen que el amor más puro es el de una madre hacia sus hijos, el más parecido al amor divino.
Han pasado los años, muchos años, demasiados, y ahora que ellos ya se fueron es cuando nos damos cuenta de todo lo que hicieron por nosotros, de todos los sacrificios, de su entrega, de sus noches en vela esperando oírnos llegar a casa, de tantas y tantas atenciones, a pesar de que ellos también tenían su vida, sus muchas dificultades, y en sus silencios llenos de preocupaciones, nunca, seguramente sabremos, nosotros fuimos su prioridad absoluta, una entrega total de amor, que los hijos en nuestra naturaleza egoísta, no supimos ver y valorar en su justa medida en aquellos momentos.
Desde este presente, mi profundo y eterno agradecimiento por el enorme sacrificio que hicieron por nosotros, a todas las madres y padres que nos dieron la oportunidad de la vida, a los bisabuelos, a los abuelos, a los tíos y primos, a los hermanos, a todos ellos que nos han ayudado con su acogida, arropándonos al calor de una familia, dando todo el amor que han sido capaces de generar hasta el final de sus vidas.
Tengo la certeza que algún día, todos nos volveremos a reencontrar en un mundo nuevo, reconociéndonos en el amor que nos une para la eternidad, porque ellos y nosotros formamos parte inseparable del mismo AMOR.
Nota: A nivel psico-emocional en ciertas situaciones se hace necesario resolver los conflictos entre generaciones de padres e hijos, a fin de armonizar las relaciones y establecer la comprensión, el perdón y el amor, sanando el árbol genealógico que todos merecemos. El carácter entre padres e hijos genera fricciones, así como los traumas se proyectan a los hijos cuando no están resueltos, por eso es recomendable un tratamiento de terapia regresiva.
Esta herencia sigue generación tras generación y seguimos pagando las deudas del pasado, mientras no se logre tomar consciencia de ellas.